Hacia 1565 la corona estableció las reglas para
el cultivo de plantas europeas en América. El trigo fue el principal cultivo de los
españoles en el virreinato y tuvo su mayor auge en la zona de Atlixco, Puebla.
Los indígenas tenían menor posibilidad de contraer contratos agrícolas, pero en
sus tierras podían sembrar y cosechar maíz, frijol, cacao, maguey, agave y chile.
La caña de azúcar fue el cultivo más protegido por la
corona, y a diferencia de otros, su producción no estaba limitada a un grupo
social y ello benefició a dueños de campo, cañeros, ingenieros (dueños de
ingenios), azucareros, molineros y trapiches.
La vid y el olivo fueron dos de los productos agrícolas
más desarrollados por los españoles peninsulares del virreinato, pero su
comercio terminó en 1596 para proteger los intereses de la
corona. Fue entonces cuando comenzó el comercio del gusano de seda, con moreras plantadas en todo el país, pero
especialmente en el Bajío. Fue de esta planta que Miguel Hidalgo obtendría
recursos en su época de párroco de Dolores. Sin embargo, los mercaderes solían enfrentar la
competencia de los vendedores de las Filipinas,
pues su seda oriental solía ser más apreciada que
la producida en Nueva España. La
agricultura del mundo indígena tenía como base el maíz, que fue añadido como
principal alimento a la dieta diaria de los novohispanos, junto al frijol y al
chile.
Agave, planta originaria de Nueva España que enriqueció
principalmente a empresarios franceses que la explotaron.
El maguey era usado
para la producción de pulque,
papel y otros productos. Consistía en una planta de fibras secas a la que se le
extraía la pulpa; de sus espinas se hacían agujas y clavos. El agave era
producido en la región de Jalisco,
donde fue explotado junto con el añil a partir de 1750,
por industriales franceses como André de Saint Julien. En el pueblo de Tequila se
fabricó a base de agave la bebida homónima.
Este tema le correspondió a otro equipo
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